Por Mariano López
“¡Puta Zaragoza y puta Aragón!”; “¡Es Osasuna, que se lo goza, viendo quemarse a la puta Zaragoza!”; “¡La Romareda, una pocilga, donde se juntan Ligallo y policía, una explosión de goma dos y a tomar por culo Aragón!”. Estos eran algunos de los cánticos ofensivos que los ultras y la afición del Reyno de Navarra profirieron a los jugadores y a la hinchada zaragocista.
Muchos periodistas navarros insisten en que sólo los Indar Gorri actuaron de esta manera y que los demás seguidores rojillos no lo hicieron e incluso se sienten avergonzados de dicho grupo radical. Pero eso no es cierto, es totalmente falso. Y que yo sepa en el periodismo no hay falta más grave que la mentira, o esa es la teoría. Sí, hay osasunistas decentes que no participaron y respetuosos con los zaragocistas, pero estaba claro que se encontraban en clara minoría esa tarde. Aquí les dejo un vídeo en el que se puede ver como un sector de la grada, no perteneciente a los citados Indar Gorri, lanzan objetos, insultan e incluso escupen a Lanzaro y Zuculini que saltaron a calentar en ese mismo momento. Entre los insultos entendemos perfectamente “hijo de puta” y “¡fuera, español, fuera!” Pero lo más sorprendente de este hecho es que a lo largo de esta semana se ha dado a conocer la denuncia impuesta a los dos jugadores zaragocistas por… ¡increpar e incitar a la violencia a la grada del Reino! Lamentable.
Para contrarrestar la vergonzosa actuación de la hinchada rojilla, numerosos periodistas intentaron excusar a su afición declarando que los Ligallo también habían hecho lo propio, pero a estos periodistas se le olvidó mencionar el pequeño detalle de que a este grupo no se le permitió la entrada hasta el minuto 17 de partido (acto perfectamente denunciable). Quizá los altos cargos del Osasuna y las fuerzas de seguridad del Reyno deberían saber que, cuando pagas y adquieres una entrada, a la vez también adquieres ciertos derechos, como el derecho de no perderte ni un solo segundo del partido. Si el club navarro se muestra tan en contra de los «ultras», que trate a todos de esa manera y no solamente a los zaragocistas. En Zaragoza nunca había pasado esto con las Indar Gorri, es más, se les introducía alrededor de 45 minutos antes para evitar altercados con la afición local.
También hay que nombrar el pasotismo de la directiva zaragocista. Por mucho que el Ligallo forme una parte importante del Movimiento Avispa contra la directiva, lo valiente no quita lo cortés. Para colmo, el autobús del Real Zaragoza fue alcanzado cuando circulaba a 100 kilómetros por hora en las afueras de Pamplona por una barra metálica de 250 gramos que había sido propulsada con una lanzadera. La empresa de autobuses ya ha denunciado los hechos. ¿Y el club? Ni lo meditó.
El Real Zaragoza debe cortar este tipo de acciones lo antes posible que no hacen más que poner en peligro a sus jugadores y a su afición y debe volver a hacerse respetar por todos los lugares adonde quiera que vaya. La directiva debe defender los intereses zaragocistas porque el Real Zaragoza debe volver a ser lo que era antes, un club muy grande. Pero todo esto debe empezar por el señor que lo ve todo desde el palco y que nos ha llevado a esta situación tan preocupante y desesperada. Parece ser que no está muy por la labor.
USJ Newspaper 
Con este artículo no pretendo ensalzar la violencia ni nada por el estilo, ni tampoco defender al ligallo, lo único que busco es que nos demos cuenta de que cada día que pasa estamos perdiendo más identidad como club. Ahora no se nos respeta en ningún lado y se menosprecia a la afición zaragocista, ni siquiera se nos tiene la consideración que se nos tenía años atrás. Los periodistas a nivel nacional hablan del Zaragoza cuando les interesa y eso no se puede consentir. La idea principal de este artículo se refleja claramente en la conclusión. Porque hemos pasado de rugir en París a maullar por España. Porque creo que la nueva generación de periodistas no tienen que ser otros del montón, pegándose entre ellos para defender al Barcelona o al Madrid, sino que debemos ayudar y movilizarnos para salvar al equipo de nuestra ciudad y nosotros somos los que tenemos la fuerza para acabar , junto con la afición, de una vez por todas con la peor etapa de la historia del Real Zaragoza.
También quiero dejar claro que no pretendo defender el movimiento ultra, sino que, si el Osasuna está en contra de dicho mivomiento, que trate a todos por igual y no sólo así a los zaragocistas.